Esta es la fórmula que utilizan los periodistas acartonados que marchan como adiestrados soldados nazis.
Los siguientes son ejemplos magistrales de estilo para informar sin necesidad de los fríos datos.
Michael Thomas, es corresponsal de la Rolling Stone en el Caribe. Es además guionista, y reunió sus crónicas en un libro: “Okker Chic”. En 1973, la Rolling Stone le encargó un artículo sobre el boom del reggae, una de las primeras notas sobre el tema en la prensa internacional. Desde la primera línea, Thomas escribe cargado de una furia contenida.
“En Jamaica pueden ser derrotados y, a continuación, encogerse de hombros y olvidarlo todo; ya están habituados: durante toda su vida han sido pisoteados y avasallados. Cualquiera que te encuentres por la calle te contará que las cosas han sido siempre así desde hace cuatrocientos años; los han golpeado y pateado, se les ha abandonado a sus propias, y peligrosas, elucubraciones y se habla mucho, y con un asco evidente, de la “presión”, de hasta dónde un hombre puede ser sometido, de hasta cuándo se le puede pisotear y darle tantos portazos en las narices… Hasta que llega el momento en que esa presión le hace perder los nervios, le produce cortocircuitos, y en ese momento al hombre no le queda más remedio que darse la vuelta y cortarle el cuello a alguien. Y aquí abajo, en el paraíso, todos llevan cuchillo, todo el mundo, incluso los niños. (…)
A Bob Marley lo han estafado, engañado, vapuleado, escupido tantas veces que es un milagro que, a estas alturas, la presión no haya acabado con él; sigue en plena forma. No pueden hacerle daño. Él es un rasta. Y los rastas ni siquiera hablan el mismo lenguaje.”
Fíjense, prácticamente en todo el párrafo no hay un dato –excepto, claro el hecho de que hasta los niños van armados-. Sin embargo, basta con leer esto para entender a fondo la vida de los jamaiquinos. Thomas no escribe con datos: escribe con impresiones. Y la impresión, cala más hondo que los datos.
En verdad a los periodistas se les debe deccir: “Si no tienes una mirada, al menos, llena tu nota con datos”. Al fin de cuentas, así es como están escritas el 99,9% de las notas, editoriales y guiones de programas televisivos.
Es bueno que la nota tenga información, no se dice lo contrario. Es trabajo del periodista informar, al fin de cuentas. El problema empieza cuando uno considera exclusivamente informar a brindar datos sueltos, impasibles y matemáticos.
El lema en el Periodismo de Autor es: Una mirada bien puesta, una observación lúcida vale más que cien datos.
Los fanáticos de los datos, le ponen números a todo. Para ellos, si van a entrevistar a un tipo es igualmente importante si se levanta 8:30, si da 3500 pasos hasta su trabajo, quema 300 calorías en el gimnasio, y gasta 100 pesos al mes en chupetines. Son datos y, para ellos, son valiosos. Para triunfar en los medios, hay que barnizar las notas con números, estadísticas y todas las cifras, por más pendejas que sean, que el jefe no te va a corregir una coma. “Impecable”, dirá. Y pobre, a él le han enseñado así. Es su manual de estilo. Qué le va a hacer. Muchas veces, no conoce a otra cosa.
David Felton y David Dalton en junio de 1970. Trata sobre los crímenes de Charles Manson y su séquito de locos.
“Tres jóvenes muchachas bailan por los Tribunales de la Corte en Los Ángeles, mientras se toman de las manos y cantan una de las canciones de Charly. Podrían estar en camino a un cumpleaños con sus bermudas, y vestidos de algodón, sin embargo, se dirigen a una audiencia por un crimen”.
David Foster Wallace
David Foster Wallace era escritor pero de tanto en tanto, salía a hacerse un dinero con algún articulito –se ahorcó, no pudo soportar ser tan intensamente sensible-. Una vez, la revista Premiere le encargó cubrir la convención del cine porno de 1998 –está en su libro “Hablemos con langostas”. Sus retratos de las estrellas xxx y las productoras y hoteles donde se celebraba toda la convención están en el más alto grado de acidez del periodismo narrativo.
“La mejor forma de describir el ambiente sonoro del salón (donde se celebra la convención del porno) es la siguiente: imaginen ustedes que el Apocalipsis asumiera la forma de un cóctel”.
“Algunas de las actrices van tan maquilladas que parecen embalsamadas”.
“Sus pechos recuerdan a zeppelines y se encuentran en varios estadios peligrosos de semiconfinamiento”.
“Está el eternamente joven Randy West, que tiene exactamente el aspecto que tendría un surfista que al mismo tiempo fuera un matón de la mafia, con un bronceado perpetuo y un pelo que parece espuma congelada… –se dedica a ir de un stand a otro, con su expresión habitual de alguien que ha evolucionado psicológicamente hasta el punto de ser tan increíblemente sofisticado y distante que la vida entera para él es un largo bostezo-.”
“Resulta intensamente retorcido ver a la reina actual de la industria Jenna Jameson descansando en el stand de Vivid con vaqueros Jordache y con un corpiño de látex y saber que tiene un tatuaje de un corazón roto con la inscripción “HEART BREAKER” en la nalga derecha y un lunar diminuto y sin pelo justo a la izquierda del ano”.
Fíjense cómo David utiliza comparaciones, sensaciones e impresiones para colar su mirada, eso es Periodismo de Autor.
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