El
pasillo por donde avanzamos está reventado en neón blanco, impecable, y su
lateral está escoltado por un arsenal de vibradores exhibidos en la pared. A
primer golpe de vista parecen grandes marcadores fluorescentes para dibujar. La
escala de colores y tamaños queda clasificada en rosados, azules, morados y
verdes. Largos, gruesos, lisos y rugosos.
—Parece
una vitrina de la juguetería Pepe ganga —le digo a Daniel y seguimos avanzado
despacio por las baldosas blancas, por la luz blanca, y la atmósfera
contrastada en multicolor.
Daniel
me corrige, diciendo que el almacén no parece una juguetería.
—Es una juguetería porque esto es entretenimiento para adultos —dice—, cuando éramos pequeños jugábamos con carritos y muñecas, pero ya grandes lo hacemos con vibradores, aceites y pastillas multiorgásmicas.
Lea la crónica completa: http://blogs.eltiempo.com/piel-de-topo/2017/05/31/vendedor-de-juguetes-en-una-sex-shop/
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