martes, 15 de abril de 2014

POR CULPA DE LA TV, cuento


Son las diez y media de la noche y apagan la tv. Es hora de dormir y ambos están en pijama, acostados en una pieza de la finca.
-Debería buscarse una mujer que se parezca más a usted -dice ella.
- Vamos a dormir –dice él.
-Yo soy no para usted, ¿verdad?
-¿Otra vez, con eso, mujer?
-Porque usted es de una manera y yo de otra.
-No quiero una mujer así, ¡te quiero a ti!
-Pero somos muy distintos.
-Ya tuve esa experiencia con Catsé, que era igualita a mí, y vivíamos compitiendo.
-Pero usted y yo no tenemos nada en común.
-Pues sí, pero entonces, ¿por qué llevamos tanto tiempo?
-Ni sé, pero con otra persona usted tendría de qué hablar. Conmigo, usted solo habla de cosas de la casa.
-Pero… eso es porque vivimos juntos… normal.
-¡Oigaaa! ¡No se duerma!
-Ya, mujer, dejemos eso para mañana.
-Cuando vio a esa bailarina en la tv, pensó en Teresa,  ¿verdad?
-Ni sé.
-¡Usted sí sabes, no sea miedoso!
-¡Todos sabemos que soy un miedoso!
-Esa mujer te gusta y te gusta mucho.
-Tiene cosas bonitas, pero tú me gustas más.
-¿Ves? ¡Lo sabía!
-Es bonita, solo es eso.
-Pero tiene piernas bonitas, cara bonita, cabello bonito. Y supongo que se ejercita y cuida su dieta.
-Pues sí, es bailarina, ¿no?
-¿Hiciste el amor con ella?
-¡Por Dios, ¿Cómo se te ocurre?!
-¿Me puedes mostrar tu correo?
El hombre estira la mano, alcanza su celular y ella se lo arrebata de un manotazo.
-Dame la clave.
-Para qué, igual la voy a cambiar.
-¿La va a cambiar?
-Pues… Lo que digo es que podría cambiar la clave.
-¿Es que tiene mucho que esconder?
-No, para nada.
-Entonces ¿por qué tiene tanto miedito?
-¡Vas a entrar al correo, o no!
-Deme la clave.
-¿Y tú me darás la tuya?
-Usted ya la tiene hace rato, no se haga el bobo.
Ella abre el buscador en el correo y digita con los pulgares, mientras él simula que se relaja. Ella no encuentra nada raro.
-¿Ves…? no tengo nada.
-Espere.
-Vamos a dormir.
-¡¿Y esto qué es?! -Ella grita-. ¿Le dedicó una canción?
-¡Pero mujer, cálmate! Solo se la recomendé.
-Yo le quería mostrar esto, pero yo he visto otras cosas.
-No entiendo.
-¿Y sabe qué? Eso no me importa.
-¿De qué estás hablando?
-No me importa que se haya acostado con ella en la cama donde yo he dormido.
-No me acosté con ella.
-Ni que le hubiera bailado flamenco en tacones y ligueros.
-¿Por qué dices eso?
-Ni que tenga un cuerpazo, ni ese cabello dorado de reina, ni los senos rosados de salmón.
Ella hace con los dedos índice y anular signos de comillas, citando alguna frase. El hombre se queda callado.
-Lo que me importa, y mucho, es que ella está enamorada de usted. Y usted de ella. Si usted hubiera dejado las vainas relajadas, sin amor.
La mujer comienza a llorar desconsolada. El no sabe qué hacer. De repente, ella se levanta furiosa y va hasta el armario. Saca el revólver calibre 22 corto. El hombre va detrás, pero no puede detenerla. Ella le quita el seguro y le apunta.
-¡Ey, cálmate! -Y trata de aprisionarla en un abrazo.
La mujer lo esquiva, lo empuja y se recompone separando las piernas. Apunta llevando la pistola con las dos manos y dispara contra el pecho del hombre. Uno, dos, tres tiros que lo dejan abatido. El hombre cae boca abajo contra el piso de madera de la finca. La sangre comienza a encharcar la habitación. El olor a sangre es asqueroso. En esas, entra la niña a la pieza y ve toda la escena. Ambas tienen los nervios destrozados. Como pueden, empacan sus cosas y se largan de ahí.

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