La mayoría hemos perdido buena parte de nuestra grasa. En promedio pesamos entre 50 y 60 kilos. Estamos flacos como espantapájaros a pesar de que en el rancho nos prepararon cada mes 3,9 toneladas de papa, once de arroz, una de pescado, 1,9 de carne de res, 1,6 de pollo, 1,2 de sal y nos compran 1600 kilos de harina a la semana, es decir 6400 kilos cada mes. Esto es el ejército.
El batallón Bomboná es una de las instalaciones más cabronas de la Policía Militar. Las revueltas de los estudiantes de la Universidad de Antioquia son aplastadas con brutalidad por pelotones antimotines de la PM entrenados en el batallón. En estos años, en los picos más altos de la violencia del narcotráfico, los pillos de Medellín sobornan con facilidad a los policías con bolillo, pero no se atreven a levantarle la voz a un soldado con casco y brazalete de PM. En los calabozos de este batallón se ejecutan las más brutales torturas a sindicalistas y estudiante revoltosos tildados de comunistas. Nuestro batallón es una guarnición que se hace respetar en el resto de la ciudad y ahora estamos entendiendo cuáles son los pilares de ese respeto.
Espitia mi amigo ranchero me contó, además, que la compañía motorizada, bebió en el último mes, durante su almuerzo, la orina de tres soldados rancheros que odian a los "motoratones". De ahí la lección: con un ranchero nunca se pelea. El cuidado que tuve con la amistad de Espitia me valió comer algunas porciones de solomo tierno los viernes en la noche.
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