jueves, 26 de noviembre de 2009

CALAMARO, CULO BLANDO


Enrique Symns, mítico periodista de los bajos fondos argentinos, fue testigo de los conciertos de Andrés Calamaro en los bares de mala muerte de Buenos Aires. Era la época inocente en la que los vientos de la fama no empujaban el barco de Andrés. Cuenta Symns que a la llegada de la revista Rolling Stone por primera vez a la ciudad de la furia, en el medio musical ya existía un precario movimiento periodístico que reporteaba y comentaba la escena rockera. Symns, con su perfil contestatario y callejero, capitaneaba esa movida periodística desde la dirección de su revista Cerdos y Peces. De modo que la llegada del monstruo editorial gringo sería una terrible estocada dirigida a esas incipientes publicaciones alternativas.

La Rolling Stone, para entrar en los círculos bonaerenses y sobornar cerebros, organizó una fiesta a la que invitó músicos, artistas, fotógrafos y periodistas. "Andrés Calamaro estuvo allí, sentado y bebiendo con los lame-suelas y vendidos" cuenta Symns, que también estuvo, sin estar invitado, saboteando la escena y esnifando una que otra línea.

Esa noche el periodista se acercó al escenario y le recordó a Calamaro, mientras estaba tocando, que él no era ningún rocker, que era un colaborador insensato de aquella plaga que se avecinaba.

―Calamaro, mentiroso… culo blando― le gritó
Symns y le hizo el gesto de fucking.

Andrés, impecable, con una mueca oculta de dolor, contestó simplemente:

―Aquí está Symns, que tampoco sabe, como tampoco sé yo, qué estamos haciendo todos aquí…

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