Durante la
primera clase, en la presentación del taller de narrativa en la cárcel,
uno de los alumnos alzó la mano. Preguntó si íbamos a escribir ficción o
realidad.
—Historias reales —contesté.
Y alguien contestó al fondo:
—¡Oyó, pana! Para que escriba todas las violaciones que ha cometido.
Todos
soltaron la carcajada. Y yo también. Claro, más por los nervios,
pensando en dónde diablos estaba metido. Luego supe que había sido una
broma para medirme. Días antes, un amigo me preguntó muy preocupado qué
iba a leer en ese taller.
—Crónica roja —contesté—, que los enganche y aprendan algunos trucos narrativos.
Durante esa
primera clase, desde su silla, otro de los discípulos me miraba con
violencia. El hombre no me creía ni una sola palabra. Por más que me
esforzara, no lo convencía. Era uno de los míos, pero él no lo sabía.
Hablé y gasté bromas hasta que le saqué una sonrisa.
Supo que yo
era uno de los suyos. Al finalizar esa primera sesión les propuse
escribir sobre un episodio de su vida. A la siguiente clase revisamos
las tareas. El primero leyó la escena donde apuñaló a su mujer y al
amante, cuando los encontró encamados. Y terminó con la voz temblorosa:
"Por eso estoy en la cárcel y si volviera al pasado, lo volvería a
hacer". Nadie dijo nada. Ni yo. El mismo preso gritón dijo:
—¡Van a traumatizar al profe!
Y otro remató:
—Sí, porque
mientras menos sepa, más vive. Entonces me regué en cantaleta. Dije que
en el taller nos interesaban las historias conmovedoras, entretenidas y
reales.
—Acá no nos importa si la vaina estuvo mal o bien hecha.
—Acá no nos importa si la vaina estuvo mal o bien hecha.
Expliqué lo
que Wilde ya dijo: al arte no le interesa la moral. Esa historia nos
había dejado en vilo, así que funcionaba. Además, dije, así es la
mecánica del taller. Yo esperaba que me contaran sus historias, las más
terribles, pero también las más graciosas o las más tiernas.
Así que,
dejando por fuera muchas historias y autores, –son veintiocho mis
aprendices–, la siguiente es una muestra de lo que se escribió.Te hablo desde la prisión
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