jueves, 27 de septiembre de 2012

EL HOMBRE QUE NO QUERÍA SER PADRE, Entrevista a Alfonso Buitrago





"Alfonso Buitrago Londoño (Medellín, 1977). En el camino de hacerme periodista he pasado por un grupo de investigación en periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona con el que publiqué el libro ¿De quién hablan las noticias? Guía para humanizar la información, de la editorial Icaria (2007) y realicé una Maestría en Literatura Comparada y Estudios Culturales en la misma universidad (2008). Mis crónicas han sido publicadas en medios como La Hoja de Medellín, las revistas El Malpensante y Soho. Fui Premio Nacional de Periodismo Simón Bolivar (2004), ganador de las Becas de Creación en Periodismo Narrativo de la Alcaldía de Medellín (2011), con la que publiqué el libro El hombre que no quería ser padre, de editorial Planeta (2012) y becario de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (2012). En la actualidad, soy profesor de Edición Periodística de la Universidad de Antioquia y hago parte de los comités editoriales del Sistema Informativo De la Urbe y del periódico Universo Centro de Medellín." 
  
¿Para qué leer crónicas si son tan largas? Es más fácil leer ADN, ¿no?
R. Un lector perspicaz podría decir para qué perder cinco minutos leyendo ADN si no dice nada. Será más fácil leer ADN, pero estoy seguro de que no será tan entretenido y enriquecedor como una buena crónica.  Es como decir para qué verme la película completa si puedo verme los cortos; para eso, para concer la historia completa.

¿Qué no le puede faltar en una crónica?
R. Que haga sentir que pasa el tiempo, que se acerca tanto a los personajes como ninguna fotografía podría hacerlo.

¿Cuál ha sido el trabajo más difícil para escribir? ¿Por qué?
R. El reportaje sobre la vida y muerte de mi padre. Precisamente por la cercanía con los personajes y por el grado de exposición de sus vidas.                                                                       El reto era poder alejarme lo suficiente para ver a un ser tan cercano a través de muchos ojos. La posibilidad de fracasar en ese intento estuvo siempre muy presente.

¿A cuál tema no se le mediría?
R. No tengo temas vedados. 

El hombre que no quería ser padre es el título que lanzaste en el marco de la Fiesta del Libro, donde narras el conflicto con tu padre, y ahora irónicamente vas a ser papá. ¿Cómo crees que va a influenciar en un futuro tu libro, tu padre?
R. La influencia de un ser tan importante en mi vida estará siempre presente, así como creo que yo influí poderosamente en su vida. Las influencias de mayor provechoson compartidas. Cómo será en el futuro esa influencia es algo que no podría precisar ahora. 

Ryszard Kapuscinski decía que “este oficio no es de cínicos” ¿En tu trabajo dónde está el límite entre el cinismo y la sinceridad?
R. Nunca he establecido ese tipo de límites. Se puede ser sincero y cínico al mismo tiempo. Creo que esos son calificativos que quedan para el lector y las fuentes. El principal reto que me impongo al escribir crónicas es que sea capaz de transmitir de la manera más completa y detallada posible mi versión de los hechos que estoy contando. 

Vamos a copiar y pegar otra pregunta que encontramos por acá en internet. Es que se van cogiendo los vicios de los periodistas culturales. ¿Un fetiche al escribir?
R. Más que fetiches, rutinas: despertarme temprano, hacer ejercicio, bañarme y vestime de trabajo antes de iniciar la jornada.

¿Cuál es la medida ideal de racionalismo y subjetivismo en tu libro y tus crónicas?
R. No tengo fórmulas ideales. La mirada del cronista es tan racional y subjetiva como las fuentes que seleccione y depende de que tan cerca llegue a estar de los hechos y personajes que está contando.

¿De dónde salen las historias que contás?
R.  De los periódicos, de la radio, de las historias de amigos y conocidos. 

Si es verdad que el artista no siente vergüenza en revelar su subconsciente, ¿qué podemos ver en el tuyo?

R. Si contar historias es una manera de acercarse a uno mismo a través de la experiencia de los demás, lo que he podido ver de mí mismo es quizás unas ganas inmensas de estar acompañado.

Algunos editores dicen que el periodismo narrativo está en crisis porque no hay historias nuevas, ¿qué tan seria fue esa afirmación?
R. En un momento de gran estima por el periodismo narrativo, y por la crónica en particular, no faltan las voces preocupadas e insatisfechas. Yo creo que hay muchas historias nuevas por contar, así como para el fotógrafo siempre habrá una foto nueva que tomar, por más que se pase el día tomando fotografías.  

¿Siempre dices la verdad?
R. Es una pregunta como para un cura. Las cosas que uno cuenta en una crónica deben poder verificarse. Ahí está su magia. Su gran poder. Sin eso se pierde toda la gracia. Escribir crónicas no se trata de “revelar una verdad”. Se trata de tener la suerte o de intentar ser testigo de algo revelador y de reconstruirlo y enriquecerlo con la información proporcionada por las fuentes consultadas. Un crónica es una versión y las mejores cuentan muchas verdades.

¿A qué eres alérgico?
R Literamente al polvo. Metafóricamente a las pretensiones.

¿Música favorita?
R. Soy discípulo de Bisagra: rock, salsa y electrónica.

¿Cómo es tu rutina de trabajo un martes a las diez de la mañana?
R. Probablemente esté haciendo una entrevista para una serie de televisión de Telemedellín para la que trabajo o esté haciendo reportería para alguna historia que esté escribiendo.

¿Y un sábado en la noche?
R. Lo más probable es que no esté trabajando un sábado en la noche.

Bueno y ahora la más importante: ¿Qué guardas en la nevera de tu casa?
R. ¿Aparte de comida? Un botella de suero y una bolsa de café en grano.


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