miércoles, 3 de noviembre de 2010

LITERATURA Y POLÍTICA


¿Por qué un político no pierde el tiempo cuando lee novelas?

A primera vista, parece que la literatura no es una herramienta práctica en el ejercicio del poder. ¿Qué sentido tiene invertir el tiempo leyendo historias que no son reales?, se preguntará un concejal, un congresista, incluso, un presidente. ¿La simple lectura de una novela puede transformar el ejercicio público? ¿Hay alguna relación entre la Literatura y el poder, entre la ficción y la política?


El reciente Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, respondió a estas preguntas en una conferencia que dictó en la ciudad de Monterrey. La conferencia se llamó: Literatura y Política: dos visiones del mundo, y se dictó en la Cátedra Alfonso Reyes del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de esa misma ciudad.

Además de literato, Vargas Llosa, fue candidato a la presidencia del Perú. De modo que es una persona con el suficiente conocimiento en los tejemanejes de estos dos ámbitos: literatura y política. Dice Vargas Llosa que para muchas personas, incluso para los políticos, quienes ejercen un trabajo sumamente pragmático, la literatura es una cuestión de mero esparcimiento, una actividad para el ocio y el tiempo libre, una actividad semejante al cine. La lectura de novelas parece un idealismo, cosa de románticos y soñadores, nada que se ajuste a la realidad. ¿Para qué perder el tiempo imbuido en novelas y cuentos, habiendo otras tantas cosas para leer como noticias de actualidad, comentarios de expertos y reportajes? El escritor Peruano se pregunta: “¿Puede la política vacunarse totalmente contra la literatura?” No. Contesta, al menos, no debería hacerlo.

Uno de los argumentos es el lenguaje. La principal herramienta de trabajo que tiene un político es, precisamente, su forma de expresión, su lenguaje. A través de él, se exponen las ideas y se proponen acciones. Gracias al uso del lenguaje, un político se hace elegir y reelegir. Usándolo, se juzgan las acciones de los servidores públicos, se celebran o se sancionan. El lenguaje es vital para las democracias.

¿Pero qué sucede con el lenguaje del poder? Para Varga Llosa, los políticos son fáciles de reconocer por lo que dicen, por su lenguaje, porque siempre están diciendo lo mismo. Ellos hablan de los mismos temas y se refieren en las mismas palabras. De modo que desde el punto de vista del lenguaje, la política es una representación “interminable de estereotipos y clichés”. Su forma de expresión está muerta porque, en vez de ser creativa, constantemente se está repitiendo. “El lenguaje de la política es una música cansada y repetitiva”.

Para que esto cambie, para el lenguaje de la política deje de estar muerto, para que las ideas se trasmitan de manera efectiva, para que exista una comunicación dinámica entre la política y el resto de los ciudadano, se necesita la Literatura. “Es importante saber hablar y para saber hablar no existe otro camino que la literatura. Sólo la buena Literatura enseña a dominar el lenguaje”. Si cualquier persona, en este caso, un político, se limita a leer prensa u otros géneros netamente pragmáticos, sin asomo de la estética, no aprenderá a expresarse correctamente, ni será capaz de matizar ni enrriquecer su pensamiento.

Volvemos a la pregunta inicial: ¿Por qué un político no pierde el tiempo cuando lee novelas? Porque las novelas son un entrenamiento imprescindible en el desarrollo de un buen lenguaje, que debería ser parte de su formación. Abrá que convencerlos, concluye el Nobel, “de que no se puede ser un buen político si no se sabe hablar, pero no por medio de estereotipos, como un loro, sino con un lenguaje que realmente comunique el pensamiento y que, además, lo matice y lo enriquezca con el dominio de las palabras, algo que sólo permite la literatura”.

Vargas Llosa publicó su primera obra, Los jefes (1959), con veintitrés años apenas, y con la novela La ciudad y los perros tres años después, se ganó ya un prestigio entre los escritores que por aquel entonces gestaban el inminente «boom» literario iberoamericano.


Lea una certera diatriba contra el Nobel:
UN PERUANO CON SUERTE
Por el escritor Julio César Londoño y publicada por EL ESPECTADOR.
ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SE PUBLICÓ EN 2TALLER: http://dobletaller.com/?p=2211

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