¿Tenemos un nuevo boom de la
literatura latinoamericana? Los cronistas latinoamericanos de hoy encontraron
la manera de hacer arte sin necesidad de inventar nada, simplemente contando en
primera persona las realidades en las que se sumergen sin la urgencia de
producir noticias.
El
recopilador es Darío Jaramillo Agudelo que escribió además la nota de
presentación llamada Collage sobre la crónica latinoamericana del siglo
veintiuno. MoleskineÒ32 separó algunas notas de esa
presentación:
La
crónica periodística es la prosa narrativa de más apasionante lectura y mejor
escrita hoy en día en Latinoamérica.
Carlos
Monsiváis define la crónica como la «reconstrucción literaria de sucesos o
figuras, género donde el empeño formal domina sobre las urgencias
informativas».
Anota
Daniel Samper Pizano que «la crónica modernista es muy, pero muy distinta a la
crónica narrativa. Aquélla está representada por notas de corte poético-filosófico-humorístico-literario,
rara vez más extensas que una cuartilla o una cuartilla y media, y ésta
corresponde al relato tipo reportaje. La diferencia es la misma que separa a
Luis Tejada y Alberto Salcedo, o a Amado Nervo y Villoro».
En
algunos países, como Argentina, la crónica es la columna vertebral de toda su
historia literaria: así lo plantea Tomás Eloy Martínez en su nota introductoria
a Larga distancia, un libro de narraciones periodísticas de Martín
Caparrós: «La crónica es, tal vez, el género central de la literatura
argentina. La tradición literaria parte de una crónica magistral, el Facundo.
Otros libros capitales como Una excursión a los indios ranqueles, de
Mansilla; Martín Fierro, de Hernández; En viaje, de Cané; La
Australia argentina, de Payró; los Aguafuertes de Arlt; Historia
universal de la infamia y Otras inquisiciones de Borges; los dos
volúmenes misceláneos de Cortázar (La vuelta al día... y Último round);
y los documentos de Rodolfo Walsh son variaciones de un género que, como el
país, es híbrido y fronterizo».
El
cronista requiere no tener demasiada noción del peligro.
Dice
Villoro que la crónica es un ornitorrinco porque..., bueno, mejor que
parafrasearlo es citarlo: Si Alfonso Reyes juzgó que el ensayo era el centauro
de los géneros, la crónica reclama un símbolo más complejo: el ornitorrinco de
la prosa. De la novela extrae la condición subjetiva, la capacidad de narrar
desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para situar al
lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos inmodificables; del
cuento, el sentido dramático en espacio corto y la sugerencia de que la
realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo
justifica; de la entrevista, los diálogos; y del teatro moderno, la forma de
montarlos; del teatro grecolatino,
la
polifonía de testigos, los parlamentos entendidos como debate: la «voz de
proscenio», como la llama Wolfe, versión narrativa de la opinión pública cuyo
antecedente fue el coro griego; del ensayo, la posibilidad de argumentar y conectar
saberes dispersos; de la autobiografía, el tono memorioso y la reelaboración en
primera persona. El catálogo de influencias puede extenderse y precisarse hasta
competir con el infinito. Usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta
letal. La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico
depende
de no ser como los siete animales distintos que podría ser.
Por
su parte, Martín Caparrós (…) la
crónica (muy en particular) es un intento siempre fracasado de atrapar el
tiempo en que uno vive. Su fracaso es una garantía: permite intentarlo
una y otra vez, y fracasar e intentarlo de nuevo, y otra vez.
Si
de definiciones se trata, la crónica es el material que publican las revistas
de crónicas.
En
cuanto a las maneras de reconocerla, la crónica suele ser una narración extensa
de un hecho verídico, escrita en primera persona o con una visible
participación del yo narrativo, sobre acontecimientos o personas o grupos
insólitos, inesperados, marginales, disidentes, o sobre espectáculos y ritos
sociales. Ensayo mi propia definición no para casarme con ella, o para usarla
como una armadura. Sólo lo hago para seguir el juego, para contribuir a la confusión
general.
Dice
Juan Villoro: «La vida depara misterios insondables: el aguacate ya rebanado
que entra con todo y hueso al refrigerador dura más. Algo parecido ocurre con
la ética del cronista. Cuando pretende ofrecer los hechos con incontrovertible pureza,
es decir, sin el hueso incomible que suele acompañarlos (las sospechas, las
vacilaciones, los informes contradictorios), es menos convincente que cuando
explicita las limitaciones de su punto de vista narrativo».
Se
puede ser un reportero seco, objetivo, imparcial, sintético y, encima de todo,
embustero. Y se puede ser el más literario, el más imaginativo, el más
impresionista escritor y, además,
ser
fiel a la verdad de los hechos y de las descripciones y de los diálogos. Los
libros suelen ser el mejor antídoto contra la pedagogía establecida. José
Alejandro Castaño.
Reportear
se ha convertido sobre todo en entrevistar. Pero la entrevista como género suele
ser un acto teatral, y en la mayoría de ocasiones no llega a ser una situación
de conocimiento, mucho menos una experiencia: tan sólo una colección de
declaraciones más o menos oficiales, y, en el mejor de los casos, la
grandilocuencia del verbo confesar. Julio Villanueva Chang.
«El
presente es siempre invisible», recordaba Marshall McLuhan.
Al
enunciar las reglas de oro de la crónica, Alberto Salcedo Ramos dice: La regla
de oro número uno es por cortesía de Woody Allen: «Todos los estilos son
buenos, menos el aburrido» (…)A mí me
parece que un buen prosista es, en esencia, un seductor, una persona que te atrapa
irremediablemente con lo que escribe.
El
remedio contra el aburrimiento que la crónica latinoamericana ha aplicado, con
éxito, es la búsqueda de lo inesperado, de lo excepcional, de lo sorprendente.
«La
magia de una buena crónica consiste en conseguir que un lector se interese en
una cuestión que, en principio, no le interesa en lo más mínimo», ha dicho
Martín Caparrós.
LEA ACÁ COMPLETA LA INTRODUCCIÓN Y ENCUENTRE EL ÍNIDICE DE CRÓNICAS Y AUTORES.
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2 comentarios:
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